lunes, 30 de junio de 2008

CaL: coqueteo de la palabra con la imagen.


Jacinto Salcedo.



Historia íntima de un experimento gráfico

La revista CaL –Crítica, Arte y Literatura– (1962-67) es considerada un hito como publicación cultural venezolana. Su diseño gráfico, de la mano de Nedo M.F. es también un referente primordial de la consolidación de esta disciplina en el país. El siguiente relato recoge fragmentos de un encuentro del autor de esta nota con Nedo y fue publicado originalmente en la revista La Brújula con motivo de la exposición que sobre CaL hiciera el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber en 1996.
Por Jacinto Salcedo


En febrero de 1962 Nedo hacía su primera exposición de pinturas en la Galería G de Giselle Subero en Caracas. La culminación de los cuadros, según nos confesara su autor, se había retrasado, al punto de que “dos o tres cuadros aún estaban frescos”. De este evento, un tanto agitado, surgió el encuentro casual con la “gente de la cultura”, medio con el cual Nedo no había estado demasiado relacionado, debido a su trabajo publicitario. “Para este momento , yo no sabía que dos semanas después iba a estar haciendo CaL”, diría posteriormente.

Por esos días Guillermo Meneses tenía el apremio de editar a la brevedad posible su revista de literatura para aprovechar la próxima inauguración del Salón de Arte Oficial de ese año. Fue entonces cuando llamó a Nedo. “El primer número se hizo de un día para otro”, cuenta este último. La revista, que en un principio fue semanal, luego pasó a ser quincenal para acoplarse a los tiempos de producción. “El material no se entregaba todo junto y para algunas cosas había más tiempo que para otras. Leía todo el material, si se me ocurría una idea hacía bocetitos bastante precisos en la proporción casi de una estampilla. A veces había mucho material, a veces poco. No había una redacción ni un punto de encuentro preciso, nos reuníamos en las casas, y cuando Meneses adelantaba material, iba de La Florida a ‘Caracas’”. Así nos contó Nedo en un español machucado y usando con frecuencia la muletilla: “y esto…, lo otro y lo otro”.

CaL se imprimía en la Tipografía Vargas, donde se trabajaba en turnos diurno y nocturno. “Los viernes, en parte, estaba a mi disposición, ellos tenían que hacer también la revista hípica. A veces llegaba ese día y no tenía tiempo para diseñar”. El momento forzaba entonces las condiciones para el vuelco creativo: había que resolver con lo que se disponía. Era el instante de concentrar toda la atención, de barajar, de disponer textos e imágenes en un verdadero choque de fuerzas, de fuerzas visuales. Esta suerte de improvisación, en su más estricto sentido, demuestra el dominio de un lenguaje, el diseño gráfico, en tanto efectividad comunicativa. Nedo lo tenía claro: “… me llamaron a hacer CaL no tanto por mi trabajo (portafolio) como por la capacidad de resolver.”

Los textos se componían en distintas máquinas de Linotipo , y en Ludlow los títulos. La composición en plomo era hecha a mano, y se imprimía en galeradas en una máquina saca pruebas sobre papel glasé, luego se fotografiaba. Durante la semana se habían mandado al fotograbado las imágenes para ser tramadas. “Había pedido cierto material ilustrativo en distintos tamaños. Reunía el material e iba diagramando a la vez… empezaba la aventura”. El soporte final de la composición era en papel, el material gráfico era recortado y dispuesto en una especie de collage sobre unos vidrios, sobre los que a veces incluso dibujaba con tinta. A partir de allí se hacían los negativos para luego grabar las planchas de cobre. Esta ventaja liberadora –recordemos que la composición con tipos de plomo es muy limitada– se manifiesta en el uso que le da Nedo a la página, muy dinámica, con muchas diagonales y figuras hechas a tinta, dibujadas a mano. Sin embargo no se conservan los artes finales, pues una vez fotografiados los astralones, aquellos vidrios, se desarmaban.

A veces Nedo podía escoger el tipo que le gustaba para un texto, otras se tenía que conformar con la matriz que estaban usando para otro trabajo en la máquina de linotipo. Tal parece ser el concepto más íntimo del logotipo-cabezal de la revista: la variedad. “El catálogo tipográfico de Vargas era escaso, no había una familia tipográfica completa. ¿usted a oído de la Cornelia? Yo tampoco, hasta que conocí el catálogo de Vargas. Ideas no faltaban, el problema era que se pudieran realizar. Si hubiera podido, lo hubiera hecho todo en Bodoni”.

La dinámica del montaje “recorta y pega”, la cantidad y variedad del material, las pocas familias tipográficas e imágenes disponibles, así como el corto tiempo de montaje, son motivo suficiente para reconocer en CaL una labor heroica. Sin embargo fue el trabajo de Nedo lo que convirtió a la revista en un verdadero producto diseñado: responde a una economía de recursos y tiempo, haciendo de ambos sus principales medios expresivos, esto es una efectividad comunicativa.

Nedo también hacía los anuncios publicitarios y esto, más que representar trabajo adicional, era una manera de hacer combinaciones estratégicas de dónde y cómo iban a ser ubicados en cada edición.

Una de las características fundamentales del diseño moderno es, según Hugo Ball, que la palabra y la imagen son lo mismo; este concepto le devuelve al hecho tipográfico sus orígenes imagográficos. Para CaL la tipografía no sólo es lo que dice, sino cómo lo dice. Esto se expresa en el conjunto de la página, más que en la letra individual. La interpretación de cada artículo o poema se hace de acuerdo al contenido del mismo, desplegando en el gran formato composiciones únicas, casi carteles. Cada página es en sí un boceto, una idea, una propuesta. Vemos entonces como en VA Y VEN cobra importancia el título, que aparece como una perspectiva de pequeño a grande, de izquierda a derecha, siguiendo un trazo curvo que sangra por ambos lados del margen, dándonos la sensación de que viene de afuera de la página y se proyecta más allá de la misma. Desde el punto de vista del lector, ese gran titular viene, y viene con una gran velocidad, y a la vez va, se proyecta, sigue; entonces funciona.

“Esa era una solución muy fácil —nos diría Nedo—; tú colocas el brazo así (haciendo las veces de compás, usando el codo como pivote) y trazas una línea, luego de otro ángulo y trazas otra línea. Luego rellenas”. Vale señalar otra característica gráfica fundamental de CaL: no tenía estructura de diagramación. Cuatro, cinco o seis columnas se podían utilizar a discreción.

En la portada del Nº 56 (Marilyn) se revela otro uso consecuente en CaL: el contraste. La mancha negra, casi abstracta, dibuja al final un rostro en altocontraste, que se enfrenta al gris que da el texto blanco ubicado en la parte más extensa del plastón. El uso de la gran mancha negra era una ventaja que proveía la huecograbado, sistema de impresión usado en CaL.

La improvisación, la aventura, la disponibilidad, el contraste, la diagonal se suman como elementos del leguaje gráfico de Nedo en cada número de CaL. Y CaL a su vez, como contenedor gráfico se nutre de la fuente literaria; en ella coquetean el lenguaje de la palabra con el lenguaje de la visión. Para sus escritores era, además de un vehículo para dar a conocer su obra, una nueva manera de ser vistos, de repotenciar sus ideas. CaL fue entonces ese conjunto multifacético donde la variedad y la consistencia estaban a la vez en el origen y en el resultado. CaL, a su manera, transformó nuestra manera de ver.







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